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¿Cómo funciona tu cuerpo cuando corres?

Uno de los mecanismos más complejos que existen en el mundo es el de nuestro propio cuerpo. Piénsalo. Millones de células agrupadas para formar órganos con diferentes funciones, interconectados entre sí por más células y alimentados para su funcionamiento por una fuente externa de energía que consumimos con la alimentación. Si en sus funciones normales el cuerpo humano es una máquina asombrosa, lo es más aún cuando lo ponemos a realizar actividades más exigentes como el deporte.

¿Qué pasa en tu cuerpo cuando corres? ¿Qué órganos intervienen y qué está sucediendo con ellos para contribuir al funcionamiento global del organismo? Independientemente de que estés empezando o hayas superado todos los retos que te has propuesto, los mecanismos que actúan son siempre los mismos. Aunque, claro está, con el entrenamiento todos ellos funcionarán de manera más eficiente.

 

Sistema digestivo

 

La importancia del sistema digestivo se hace más presente en los momentos previos y posteriores a la carrera. Gracias a nuestros órganos digestivos transformamos la comida y bebida ingeridas en los diferentes nutrientes y fuentes de energía que necesitamos para mover los músculos y para recuperarlos después del ejercicio.

 

No es conveniente que el sistema digestivo esté en funcionamiento mientras corremos, puesto que para funcionar necesita la presencia de sangre en dichos órganos y al correr, lo que hacemos es mandar la sangre a nuestras piernas y otros músculos. La digestión y la carrera son dos actividades que mejor no realizar al mismo tiempo, para no perjudicar a ninguna de las dos.

 

Pulmones y corazón

Son los responsables, respectivamente, de producir el oxígeno y llevarlo a los órganos que intervienen en la carrera, fundamentalmente los músculos. Los pulmones depositan el oxígeno en la sangre, que nuestro corazón se encarga de llevar a donde es necesario para la combustión de la energía. Cuanto más necesitemos de la presencia del oxígeno en la sangre, más rápido tendrán que funcionar, por eso aumenta el pulso y la cadencia de respiración.

 

Con el entrenamiento de larga distancia se aumenta la eficiencia en el consumo de oxígeno, por lo que el sistema cardio-vascular necesita menos esfuerzo para el mismo resultado. El VO2 es la unidad que se usa para definir la eficiencia en el consumo de oxígeno por parte del cuerpo.

 

Consumo de energía

 

La energía consumida durante el ejercicio se mide en kilocalorías, la cual se genera por la combustión en el músculo de diferentes fuentes, principalmente carbohidratos, grasas o (en casos excepcionales) proteínas. Pero lo primero es entender que las tan manoseadas “calorías” no son un compuesto como tal, sino una medida de cuánta energía se genera cuando sean usadas como combustible por el cuerpo. Al realizar ejercicio, se precisa que nuestro organismo genere un número determinado de calorías. A más eficiencia muscular, más calorías será capaz de generar, tirando de los nutrientes de que dispone.

 

En este consumo de energía cumplen una función primordial las reservas de energía del cuerpo, localizadas en la grasa y en el glucógeno que se almacena en los músculos y en el hígado. Las grasas se acaban convirtiendo en una fuente de energía cuando son requeridas para ello. Cuanto más ejercicio hacemos, más se van gastando esas “reservas” de grasa, causantes principales del sobrepeso, de ahí la importancia del ejercicio y del consumo de grasas a la hora de controlar nuestro peso.

 

Cerebro

 

Como centro de control, está a pleno rendimiento mientras corremos. Al mismo tiempo, se están liberando hormonas que producen diferentes efectos y que ayudan a minimizar la sensación de fatiga o a aumentar la respuesta al esfuerzo, como las endorfinas o la dopamina. La producción de estas hormonas son la explicación al bienestar que nos produce correr.


Temperatura corporal


Como resultado del aumento de actividad a nivel celular por la quema de combustible, la temperatura del cuerpo aumenta, debiendo entonces de proceder a su regulación. La manera en la que nuestro cuerpo regula la temperatura es mediante el sudor, por ello aparece en el momento en que aumentamos la intensidad de al actividad.

 

Es erróneo pensar que es el resultado de la generación de energía, por lo que sudar más no equivale a estar “quemando grasa”. Se trata de un mecanismo en el que interviene el agua de nuestro cuerpo y lo que hace es arrastrar sales al exterior, por eso es importante regenerar los depósitos de hidratación. Esto afectará, además, a un mejor funcionamiento de los músculos a la hora de transformar los nutrientes en energía.

 

Sistema muscular y esquelético


Por último, el más evidente. Correr pone en marcha a una parte importante de nuestra musculatura y además precisa de los huesos, tendones y articulaciones para equilibrar el cuerpo mientras hacemos ejercicio. El aumento de actividad provoca el aumento de fibras musculares en función del tipo de ejercicio, lo que supone músculos más fuertes. Si hay algún desequilibrio que hace que una zona sufra más carga a la hora de repartir los esfuerzos, el resultado puede ser una lesión en dicha zona. Por eso es importante una buena técnica de carrera y una equipación acorde a nuestra preparación y características anatómicas.

 

Fuente: carreraspopulares

 

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