Correr es una actividad saludable. Cada año aparecen nuevos estudios e investigaciones que demuestran los beneficios que tiene el running para nuestra salud física y mental. Sin embargo, a medida que aumentamos la carga de entrenamiento y nos ponemos metas más ambiciosas, nos damos cuenta de una verdad inalterable: correr duele.
Por suerte, ni todos los dolores son iguales, ni todas las personas tienen la misma resistencia al dolor. Algunos dolores son una señal de que algo anda mal, de que podemos tener una lesión y que debemos parar de hacer ejercicio. Pero hay otro tipo de dolores que no representan una amenaza para nuestra salud. Son solo la respuesta a una carga intensa y sirven como prueba de que nuestro cuerpo se está adaptando a la intensidad del ejercicio.
En este artículo nos referiremos a este segundo tipo de dolores y te daremos algunas pautas sobre cómo superarlos. Como dijo el ex maratoniano y reconocido periodista Amby Burfoot «si puedes entrenar tu mente para correr, todo lo demás será fácil».
Acepta la incomodidad
Cuanto antes aceptemos que el dolor es parte de la carrera, más fácil será tolerarlo. De nada sirve malgastar energía con pensamientos negativos sobre las molestias que sentimos en los músculos o las rodillas, ni estar pendientes de que esas sensaciones desaparezcan.
Lo mejor es aceptar el hecho de que es solo eso, una molestia, y que es completamente normal dado que estamos haciendo un ejercicio intenso. Una buena técnica es prepararnos mentalmente con anticipación. Antes de empezar a correr, puedes decirte a ti mismo «esto va a doler», pero aceptar el reto sin preocuparte.
Otra técnica útil es separar las emociones de las sensaciones, para que el dolor no afecte tu motivación. La próxima vez que sientas ardor de estómago o que tus piernas estén duras, en vez de pensar «odio esto», piensa «ya he pasado por esto y lo he superado, no es nada nuevo».
Utiliza estrategias metacognitivas
En psicología, el proceso de pensar en nuestros pensamientos recibe el nombre de «metacognición». Este procedimiento permite reflexionar sobre nuestros pensamientos para adoptar las estrategias adecuadas a la hora de resolver un problema, por lo que es muy útil para los corredores.
Por ejemplo, si te sientes fatigado y estás teniendo problemas para mantener el ritmo, puedes utilizar una estrategia muy conocida que consiste en dividir el recorrido en trozos pequeños y fácilmente alcanzables. De esta manera tendrás la sensación de estar cerca del objetivo y la distancia te parecerá mucho más asequible.
Si estás teniendo algún dolor en las piernas o en otra parte del cuerpo que te desconcentra, puedes enfocar tu mente en otra cosa como en los rostros que ves en el camino. La energía positiva del público en una carrera puede darte un impulso valioso que, además, te ayudará a olvidar el dolor.
Lo importante no es tanto qué estrategia específica utilices contra el dolor, sino que cultives el hábito de monitorear tus molestias para elegir la respuesta que mejor se adapte a tus sensaciones.
Corre con un propósito
No hay nada más motivador que tener una buena causa por la que correr. Por eso, cuando sientas que el dolor o la fatiga te vencen, piensa en aquello que te llevó a correr en una primera instancia.
Encuentra algo que te movilice y conviértelo en una motivación para cumplir tus objetivos. Para algunas personas puede ser una causa benéfica, mientras que para otras puede ser un motivo personal como bajar de peso o superar una enfermedad.
No importa cuál sea la causa, sino que sea algo que realmente te toque por dentro y te dé el plus que necesitas en esos momentos difíciles.
Repite un mantra
Si funciona para el mejor maratoniano de la historia, Eliud Kipchoge, puede funcionar también para ti. El keniano lleva un brazalete con la frase «No human is limited», un mantra que le ha ayudado a romper la barrera de las 2 horas en la distancia de maratón.
¿A ti qué frase te motiva? Encuentra un mantra que te levante el ánimo y te dé fuerzas y repítelo en tu mente cada vez que te sientas en apuros. Al principio puedes sentirte un poco raro, pero a medida que te identifiques más con tu propio mantra verás como se convierte en un fetiche que te ayuda a superar tus propios límites.
Confía en que pasará
Los corredores experimentados saben que los dolores que no están relacionados con una lesión suelen ser fugaces. Este simple conocimiento es suficiente para superar esos momentos difíciles en que las molestias se manifiestan.
Recuerda que estos dolores leves son temporales, y que cada paso hacia adelante estás más cerca de la meta.
Muchas investigaciones han concluido que el dolor, a menudo, está en la mente y no es una señal precisa de un problema físico. Tener esto en cuenta te permitirá superar la incomodidad para que puedas correr más rápido o por más tiempo.
Frena si es el dolor te obliga a cojear
Algunos dolores pueden ser una señal de que algo está mal. Si sientes un dolor agudo que se intensifica mientras corres, lo mejor es que frenes de inmediato y consultes a un médico para descartar cualquier lesión de gravedad.
Asimismo, si el dolor no te permite correr con normalidad y debes cojear, entonces debes parar, podrías tener un desgarro muscular o de ligamentos, o cualquier otra lesión suficientemente importante como para obligarte a detenerte.
De igual modo debes hacerlo si sientes un dolor fuerte en el pecho que no te deja respirar, o sientes que la temperatura de tu cuerpo se eleva demasiado y te descompones. Recuerda que es mejor frenar a tiempo y recuperarse completamente que agravar una lesión subyacente.
Fuente: Running
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