El artículo cuenta la historia de Rocío González, quien sufrió un ictus hemorrágico a los 32 años poco después de dar a luz a sus mellizas. A pesar de las secuelas devastadoras, como la pérdida de movilidad y dificultades en el habla, Rocío enfrentó su recuperación con valentía. A lo largo de una década, se esforzó por recuperar habilidades y abrazar la vida. Participó en actividades comunitarias, escribió un libro, lideró un grupo de defensa y encontró en el deporte una forma de fortalecerse.