Parece sencillo, pero no lo es. Correr es una actividad muy accesible, que tiene múltiples beneficios para la salud y que está al alcance de la mayoría de las personas. Sin embargo, crear el hábito de correr puede ser complicado. Muchas veces ponemos excusas para no salir y así justificamos nuestra actitud sedentaria. Que no tengo tiempo, que no tengo ganas, que estoy cansado o que me duele algo. La creatividad humana a la hora de buscar pretextos puede ser infinita. Por eso, acá te dejamos tres reglas sencillas e infalibles para crear la costumbre de salir a correr y que el running se vuelva una parte inseparable de tu vida.
Corre con regularidad
Lo primero que debes lograr si quieres ser un corredor o una corredora consistente es afianzar el hábito del running en tu rutina semanal. Y para ello no hay mejor forma que correr con regularidad. Esto significa hacerlo de forma frecuente, aumentando gradualmente el volumen a lo largo de las semanas y los meses según tus objetivos.
Dentro de tus posibilidades, intenta correr tres o más veces por semana, aunque algunas sesiones sean solo de 20 minutos. Una vez a la semana, aumenta la duración del entrenamiento hasta el punto en que te resulte agotador. Prioriza un buen sueño de noche para recuperarte bien y asegúrate de no hacer demasiados entrenamientos duros seguidos. Así tus músculos podrán recuperarse adecuadamente del esfuerzo.
Correr con regularidad también es hacerlo de forma natural. Puedes lograr esto sencillamente prestando atención a tus sensaciones (respiración, fatiga, transpiración) para determinar que tan duro estás entrenando y encontrar un nivel de esfuerzo que te permita disfrutar de tu entreno más que estresarte.
No vayas muy rápido
Esto nos lleva a la siguiente regla: no vayas muy rápido. La mayoría de tus entrenos deberían ser a un ritmo liviano y sostenido que te permita hablar y formular frases completas. Correr en tu zona aeróbica tiene muchos beneficios porque desarrolla tu sistema de energía aeróbico, lo que te permite correr largas distancias.
Si sientes que te falta el aire y no puedes hablar cuando corres, baja el ritmo hasta el punto en que logres estabilizar la respiración.
Aprender a correr por sensaciones puede ser muy útil en este aspecto. Establece una escala de esfuerzo auto percibido que vaya del 1 al 10, en el que 10 es el máximo esfuerzo que puedes realizar y 1 el mínimo. Luego intenta hacer tus entrenos a una intensidad que esté entre 4 y 6. Lo bueno de correr por sensaciones es que sigues las señales de tu propio cuerpo y no los datos de tu reloj.
No obstante, algunos ejercicios de alta intensidad son beneficiosos para cualquier corredor porque aumentan la capacidad cardiovascular y permiten desarrollar un movimiento de piernas más rápido para ganar velocidad. Por este motivo, los entrenadores recomiendan incluir algún trabajo de velocidad en la rutina semanal. Pero recuerda: la mayoría de tus entrenos deben ser relativamente lentos y livianos.
Anímate al trail
Esta regla puede parecer contradictoria; ir a correr a la montaña es complicado para algunas personas, sobre todo para aquellas que viven en una gran ciudad. Pero el punto es que la variabilidad del terreno en los senderos y el disfrute inherente a correr por un entorno natural pueden ayudarte, y mucho, a cumplir los dos primeros puntos: correr regularmente y no muy rápido.
Si eres un bicho de ciudad que solo puede ir a la montaña en contadas ocasiones, no te preocupes. Corre por los lugares que sean más cómodos y motivantes para ti, y saca a relucir tu creatividad a la hora de preparar los recorridos. Utiliza escaleras y subidas que tengas a tu alcance para simular la sensación de correr por la montaña.
Fuente: Mundodeportivo
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