A sus 72 años, Mark Sisson sigue defendiendo que nunca es tarde para ganar energía, fuerza y vitalidad. El veterano entrenador asegura que correr rápido, aunque sea una sola vez por semana, puede tener un impacto rejuvenecedor tanto en el cuerpo como en la mente.
“Correr rápido es bueno para todos y para todo, no solo para correr rápido”, afirma Sisson. “He visto a personas de 75 años rejuvenecer corriendo una vez a la semana”
Sprints para ganar potencia y retrasar el envejecimiento
Lejos de recomendar maratones o largas distancias, Sisson apuesta por esfuerzos cortos e intensos. Este tipo de entrenamiento activa las fibras musculares de contracción rápida, las primeras que se pierden con la edad y que son esenciales para mantener la agilidad, prevenir caídas y conservar la independencia física.
Varios estudios científicos respaldan esta práctica. Investigaciones como la de Lazarus & Harridge (2017) demuestran que el entrenamiento de alta intensidad puede revertir la pérdida muscular asociada al envejecimiento y mejorar la función mitocondrial.
Otros trabajos publicados en Cell Metabolism confirman beneficios como una mayor sensibilidad a la insulina, mejor salud cardiovascular y un incremento notable de la capacidad aeróbica, incluso en mayores de 65 años.
Beneficios más allá de la velocidad. Para Sisson, los sprints bien planificados activan rutas anabólicas que favorecen el crecimiento muscular, mejoran la densidad ósea y ayudan a prevenir enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.
Además, tienen un impacto directo en la salud cerebral, estimulando neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, lo que se traduce en mayor claridad mental, motivación y vitalidad. “Si se hace bien, un esfuerzo breve e intenso puede dar beneficios desproporcionados comparado con el cardio de larga duración”.
Cómo empezar de forma segura
- Comenzar con caminatas rápidas o pequeños acelerones cuesta arriba.
- Calentar bien antes, activando caderas, tobillos y core.
- Realizar entre 3 y 6 sprints cortos en cada sesión, descansando completamente entre entrenamientos.
- Practicarlo una vez por semana o cada 10 días.
La clave está en la progresión gradual y en entender que el objetivo no es competir, sino recuperar la potencia y la agilidad perdidas con el paso del tiempo.
Para Sisson, el mensaje es claro: nunca es tarde para moverse rápido. Ese gesto, repetido de forma segura y constante, puede devolvernos años de vitalidad y calidad de vida.
Fuente: Lavanguardia